Independientemente de la percepción psicológica del tiempo, que determina que algunos periodos de tiempo nos parezcan más largos que otros a pesar de que sean iguales, el tiempo real en el universo no es absoluto, sino como lo dicta la ley de la relatividad de Einstein, el tiempo es relativo. Esto significa que para las personas que se encuentren en distintos lugares y/ o se muevan a distintas velocidades el tiempo no necesariamente trascurrirá a la misma velocidad. Esta diferencia en la velocidad del tiempo depende de la velocidad y de la fuerza de gravedad que se experimente. Mientras más rápido nos movemos el tiempo que experimentamos con respecto a otras personas se hace más lento. El mismo efecto ocurre cuando nos sometemos a un campo gravitatorio más fuerte. Este hecho es tan importante que para que el sistema GPS funcione bien los satélites necesitan corregir sus relojes para poder sincronizarlos con los de la superficie terrestre, que se mueven a menor velocidad y están expuestos a una mayor gravedad por estar más cerca del centro de nuestro planeta.
¿Qué tanto nos afectan estas
diferencias? A la escala que nos movemos realmente muy poco, la diferencia en
el tiempo de una persona que viaja en avión con respecto a las que permanecen
en tierra es de unos pocos nanosegundos (un nanosegundo es una milmillonésima parte
de un segundo). Pero si alguien viajara a velocidades cercanas a las de la luz,
experimentaría un envejecimiento más lento que el resto de las personas. Aunque
él no lo notaria unos pocos días de viaje podrían ser semanas para el resto.
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