El parpadeo involuntario que ocurre cuando una mano u otro objeto se acerca rápidamente
a la cara es un reflejo que está gobernado por la parte más
primitiva de nuestro cerebro, conocido como cerebro de reptil. Esta región del cerebro se
encarga de los instintos más básicos de supervivencia, como son el deseo
sexual, las respuestas automáticas ante el peligro o la búsqueda de comida. En
este caso, aunque sepamos que la otra persona no nos va a golpear, proceso
razonado por otras regiones más modernas del cerebro, la región del cerebro de
reptil da la orden de cerrar los ojos para protegerlos. Si intentamos evitar
cerrarlos, como cuando hacíamos retos entre amigos de la escuela, lo más que
podemos lograr es mantenerlos semiabiertos pero con una pequeña pero evidente
contracción de los párpados.
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