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martes, 24 de marzo de 2015

Tu cuerpo no es el mismo que cuando naciste

De hecho ni siquiera es el mismo que hace diez años, o como opinan algunos investigadores que el de hace siete años. Y no me refiero a la pérdida de agilidad, a las arrugas o a aquellos callos de andadera que se van consolidando en nuestro cuerpo con el paso de los años. Literalmente el material con el que está construido nuestro cuerpo se renueva constantemente. Átomos nuevos entran todos los días cuando ingerimos alimentos y agua, mientras que otros salen con nuestras excreciones corporales. Estos últimos no necesariamente son los mismos que ingerimos el día anterior, muchos son átomos viejos que formaban parte de moléculas o de células que han sido remplazadas por otras nuevas. De esta forma, nuestro cuerpo cambia poco a poco y de forma continua sus materiales de construcción. Incluso las neuronas (que a diferencia de las demás células tienen una tasa de regeneración muy lenta y pueden durar toda nuestra vida) cambian constantemente las proteínas, carbohidratos, lípidos y ácidos nucleicos que las constituyen. Es como si en un edificio constantemente se cambiaran los ladrillos, las vigas, el sistema eléctrico y sus demás componentes pero sin necesidad de tirar el edificio, cambiando componente por componente hasta que después de varios años tenemos el mismo edificio pero con materiales completamente distintos a los originales. Así que cuando nos vemos al espejo no necesariamente estamos viendo a la misma persona que hace algunos años, por lo menos físicamente.
 Si nuestro cuerpo se renueva constantemente ¿por qué no podemos hacer lo mismo con nuestras ideas o nuestras conductas? Sería bueno contar con un sistema de recambio de aquellas que resulten obsoletas o perjudiciales.

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